A partir de un proyecto de mediación epistolar, nace este espectáculo que reflexiona sobre el “envejecimiento” de las mujeres, cuestionándose el imaginario social hacia éste.
En el País Vasco, el color azul (urdina) se asocia al deterioro, a lo que no merece la pena, a la vejez. Con la afirmación de ser azules pretendemos provocar un cambio en nuestra mirada, y atender a lo que sentimos a través de nuestros cuerpos de mujer en constante evolución. En constante Azul.