¿Qué pasaría si escucháramos a las personas que tenemos más cerca para soñar a través de sus vivencias? En un mundo que gira sin descanso, donde la prisa devora el gozo, “Y el regusto” emerge como un susurro pausado. Esta obra es una invitación a detenerse, a redescubrir la belleza en lo esencial, a romantizar lo olvidado. A través de testimonios ajenos y movimientos que acarician la realidad, las artistas exploran la posibilidad de otros modos de ser, de comunicarse, de conectar. Es un viaje entre lo soñado y lo vivido, una danza que celebra la presencia, la pausa y el placer de existir con los sentidos despiertos.
Y el regusto es investigar, reivindicar, la romantización. Imbuirse de realidades ajenas puede ser lo precursor para observar entonces el presente de una manera diferente