“En el idílico Jardín, surge la imperiosa necesidad de entablar diálogo con el otro. Esta forma de comunicación se vislumbra como un arte liberador, la manera en que nos amamos y respaldamos en la vida confiere a nuestra búsqueda un cariz dinámico y constante. Apreciamos la fortaleza que hallamos el uno en el otro, permitiéndonos explorar los recovecos más íntimos de nuestro propio ser en cada delicado compás de movimiento.”