Ay Carmela es un texto imprescindible de la dramaturgia universal y, como buen clásico, se renueva con los tiempos puesto que lleva en su ADN, es decir en su estructura y sus personajes, la humanidad hecha teatro. A los que se preguntan sobre la validez de este texto, que habla de una guerra cada vez más olvidada y unos tiempos de fríos y hambrunas afortunadamente cada vez más alejados de los nuestros responderles que su vigencia y su actualidad se palpan en cada función, en cada público, en cada aplauso.
Ay Carmela nos enseña al ser humano en situaciones límite, nos muestra la ridiculez y la barbarie de la guerra, la mezquindad de los opresores y el orgullo del oprimido, de lo asquerosamente humanos que podemos ser.