Una región distópica. Las mujeres de los funcionarios matan el tiempo
en la urbanización surtida de comodidades que se les ha destinado para
protegerlas de la beligerancia exterior. Una de ellas, a punto de dar a luz,
no encuentra allí otros alicientes más que un polígono de tiro, el tejido
a croché, las canciones en el idioma de cierto abolengo o los libros de la
infancia. Perforados sus días por las voces de un pasado y las interferencias
de vecinas y empleados serviciales, decide entonces pasar de todo aquello
y condenarse a la belleza. Pero, ¿cómo eso sin horror? Lee una carta, escribe
otra. No hay destinatarios, sólo “un silencio que sigue a otro silencio”.
Kinderbuch reúne algunos motivos de Hedda Gabler.