El mundo de George y Martha es un fotograma de película en blanco y negro, carente de cualquier pincelada de color que pueda llenar de emoción su insoportable y monótona existencia. La única manera de salir de esa monocromía asfixiante que les consume es, como señala Albee, a través del juego. Y eso hemos hecho. Jugar.
Pero este juego tiene unas reglas macabras basadas en discursos llenos de violencia (física y psicológica). Reglas que, a lo largo de los años, la pareja ha ido haciendo/deshaciendo en función de sus propios intereses individualistas dando lugar a una relación tóxica y corrosiva. Y como en todo juego se necesitan otros para jugar, Nick y Honey se incorporan a la mesa como jugadores cómplices, sin saberlo, de la visceral partida que se plantea esta noche.