Atravesar la puerta, pasar el umbral, cambiar de cuerpo, espacio y estado para pasar a ser otra cosa, de sólido a líquido, de líquido a gaseoso. Esta obra, que no es más que un acto de iniciación que adopta la forma de una pieza escénica, es un deseo de pertenencia a la comunidad. Como en todo acto iniciático, la iniciada, en este caso Rosa, tiene que demostrar su valía enfrentándose a la comunidad con todo su cuerpo. Se para frente al público (la comunidad de la que depende su aceptación) y les dice: miradme.
Miradme como acto chamánico, como hechizo, porque en esta obligación de mirar se ocultan todas las artes oscuras de lo que llamamos teatro (o danza, o performance, ritual o juego). Rosa dice miradme, y en esa orden se materializa la idea de que tal vez no ha sido mirada nunca, qu