Te mueves elevada e imposible de atrapar, casi como si no fueses real, sagrada. Querida, solo siente el placer de estirar esa danza preciosa tuya, no la lleves al final, no la quemes, mantén la promesa de tu mejor movimiento, el mejor olor, un sabor maravilloso, echa de menos la realización completa de aquel paso divino, sostén la nostalgia, como si tratases de correr en un sueño siendo inevitablemente lenta. Disfruta el placer de empujar. Es como predecir el futuro, adueñarse de un futuro que no puede ocurrir sin la intrigante satisfacción del ahora.