Un político ambicioso, sin escrúpulos ni cultura, acepta el consejo de su audaz jefe de gabinete para resolver un juicio por corrupción inminente: llevar a un refugiado a casa. En lugar de un presunto criminal, será un hombre con conciencia. La mujer y la hija del político, vórtices en un hogar convulso, también tendrán un papel en la opinión pública. La solidaridad, la tragedia, la crueldad y la miseria se convierten en mimbres con los que hacer una balsa en la que escapar de la propia pobreza moral.
Una balsa o una soga.