Algunos maestros del Barroco dijeron que el baile, la danza, debía ser un reflejo de los movimientos de los cuerpos celestes. En el escenario dos cuerpos se mueven, se circundan, se abrazan y mueven el espacio.
Las Variaciones Goldberg nos transportan a la vetusta vocación doble del Barroco de arte y ciencia, o núcleo del quadrivium medieval, en compañía de la astronomía, la aritmética y la geometría, de la mano de J. S. Bach.
Dos bailarines se abrazan en este universo, en una espiral insomne, a la notación de la música, a sus armonías, a su tempo.