Marco Vargas y Chloé Brûlé asumen nuevamente el reto de enfrentarse a una creación para espacios singulares. En esta ocasión nos proponen un poema épico-lírico con sabores folclóricos. Con sencillez y sin adornos superfluos construyen un relato bailado de gran viveza narrativa, llevando al espectador al corazón de nuestra memoria colectiva.