En un tono irónico y sarcástico, este Segismundo, nacido de la pandemia, se despoja de sus cadenas y decide hablar, gritar y rebelarse contra todo: los ruidos, sonidos y olores de ese edificio de vecinos donde reside y que está habitado por otros Segismundos como él. Rebelarse contra todos, incluso contra sí mismo y el conformismo en el que vivimos.
Todos, en algún momento y sobre todo en el confinamiento por la COVID-19, nos hemos sentido como el gran personaje de La vida es sueño.