Partimos desde el meridiano 0, para situarnos en el origen y la raíz del estado. Dejar ser y dejar estar los cuerpos desde nuestra alma pura en movimiento.
Revelarse desde una danza íntima y con personalidad propia, para buscar sentido a la rebelión, la ira y la lucha de poderes en el exterior. Compartiendo desde la calma y el quejío de las letras del Flamenco por palos como el Martinete, la Milonga y la Vidalita.
Alzar la voz al pueblo (espectador) por la causa; por estar más unidas y unidos que nunca, por valorar nuestra cultura, la esencia de los pueblos y nuestro arte; en común-unión.
Potenciar y reforzar la idea de que dos lenguajes distintos en escena pueden convivir, pueden co-crear y pensar al mismo tiempo.