Cuando Antonio Gil Pérez tuvo el accidente vio una luz. Un destello cegador que, él entonces no lo sabía, era el anuncio de su nueva situación de vida. Quedó parapléjico, y todo discapacitado conlleva una doble carga. La suya propia y la del que ha de atenderlo. En esto ha pensado mucho Mario Bermúdez viendo a su madre cuidar de su tío Antonio Gil. Y lleva tiempo queriendo expresar artísticamente esta historia, que es la de su madre, su tío, su entorno y la suya propia, pero también la de tantos otros sobrinos, hermanas y tíos de alguien con discapacidad.
Marcat Dance quiere llamar la atención sobre el silencioso acto de sacrificio y generosidad del cuidador. Quiere ser también sentido homenaje a tantos discapacitados y sus cuidadores.