Entre 1890 y 1920, unos 400.000 españoles se despidieron de sus familias en los puertos de Vigo y Gibraltar, y tras una larga y nostálgica travesía llegaron al puerto de la ciudad de Santos para ser conducidos como mercado de mano de obra a algún cafetal del interior de San Paulo (Brasil).
La España que los dejaba era un país en crisis e invertebrado y el Brasil que los acogía aún estaba con vivos vestigios de un sistema esclavista. Pero su lucha atravesaba fronteras y tuvieron un papel fundamental en el movimiento político
de los trabajadores brasileños de comienzos del siglo XX, teniendo su momento más culminante en las huelgas de 1917 en San Paulo.