ZEUS, al enterarse de que HERA conocía sus encuentros amorosos con la
ninfa IO, decidió protegerla convirtiéndola en una ternera de completa
blancura, blancura, y juró que jamás había amado a aquel animal. Pero la diosa HERA,
presa de los celos, le pidió entonces que se la regalara, a lo que ZEUS no tuvo
más remedio que ceder. Cuando la tuvo en su poder la puso al cuidado de
ARGOS, un monstruo de cien ojos, guardián muy efectivo pues sólo algunos de
sus ojos dormían en cada momento, manteniendo siempre varios de ellos aún
abiertos, despiertos y vigilantes.
ZEUS mandó a HERMES que matase a ARGOS para recuperar a IO, y éste con
su gran ingenio, disfrazándose de pastor y tocando una flauta de cañas
consiguió que todos los ojos de ARGOS cayesen dormidos, y así lo decapitó.