Recordando a The Waste Land, de T. S. Eliot, cuatro voces se interrogan, se acusan y se buscan entre sí, como erizos en busca de calor. Cuatro monólogos entremezclados reverberan como un eco de cada uno, esperando desesperadamente una respuesta. Una respuesta que no llega.
A, B, C y M parecen comunicarse como si fueran una sola voz que surge salvaje desde la oscuridad, como un monstruo incomprendido y solitario que pide amor desde el centro del mundo sin que su queja sea escuchada.
Abandonados a su suerte, en un mundo en ruinas, estas cuatro voces luchan contra sus miedos y el dolor que los persigue cuando entran en contacto con la realidad.