Artísticamente Chey y Noé se encontraban en un punto apático en sus vidas, moverse y generar no estaba siendo lo protagonista esta vez, por lo que rápidamente el encuentro se moldeó a las necesidades personales de cada uno, donde hacer menos fue mucho mas… sin exigencias, sin prisas al medir el tiempo, permitiendo el espacio entre ellxs y entre tanto escuchando las sabias
palabras de Marti ( Director del centro ). De algún modo les gustó definir la residencia como un punto de reflexión en sus vidas, algo de esas dos semanas les había sanado.
Un encuentro honesto y gratificante, fue lo que inspiró
a Chey y Noé a decidir plasmar ese viaje a La Gomera en forma de obra de danza