Elena Alving inaugura mañana el orfanato que dedica a la memoria de su difunto esposo, el Chambelán Alving en el aniversario de su muerte. Para ultimar los detalles legales de la fundación Elena recibe al Pastor Manders, antiguo amigo del matrimonio y actual administrador y consejero del proyecto. Para el evento también ha llegado Osvaldo, hijo único del matrimonio, que ha residido en París desde los siete años.
Al comprobar el estado de decadencia físico y moral en que ha vuelto el joven, Manders reprocha a la señora Alving su negligencia como madre y ésta se ve en la obligación de confesar las verdaderas razones por las que sacó a su hijo del hogar familiar: su marido, el Chambelán Alvin, considerado el gran benefactor y modelo de la comunidad, era en realidad un hombre degenerado.