Hubo un tiempo en el que el teatro era considerado como una escuela de buenas costumbres y que educar al pueblo era una de las tareas de las representaciones teatrales.
Los autores de teatro, como Moratín, pretendieron denunciar los puntos flacos de la sociedad de su tiempo con una intención moralizadora. A través de una comicidad (nunca olvidaron que la máxima regla de todas las reglas es gustar), que surge de la observación directa y de situar al personaje en situaciones que contradicen su naturaleza y desvelan su ignorancia, mostraba los vicios y ridiculeces de sus contemporáneos. El médico a palos es una sátira tan cruel como divertida contra la ignorancia.
Bartolo (leñador, borracho y vago) maltrata a su mujer, Martina. Ésta para vengarse, cuenta a Ginés y a Lucas (criados de D. J