Justo después de morir, tres extraños, de épocas diferentes, son conducidos por un mayordomo al infierno: una habitación blanca sin espejos donde son observados continuamente por una cámara de seguridad. Esperando el castigo eterno merecido, muy pronto descubrirán que ni las tenazas ni las parrillas ardientes podrían ser métodos de tortura tan eficaces como la enfermiza relación que se construye entre ellos. Después de todo, "el infierno son los otros".