La vena romántica de Abubukaka no da tanto como para alcanzar lo sublime, pero donde sí que desea hincar el diente Abubukaka es en la arteria principal de la moralidad. A quienes presuman de ser agentes del bien va dirigido el montaje, pues demandamos ayuda para despejar nuestras dudas. Preguntaremos en nombre de Lucy cuánto cuesta la veleidad, en nombre de Jonathan cuánto la diligencia y de Renfield cuánto el sometimiento ejemplarizante, dejando para van Helsing la fiabilidad de lo cierto, para Mina el abismo del amor y para Vlad Dracul el peso entero de la humanidad. Ahora bien, todo será entre risas y bromas, tenemos preparados un banco de chistes para entretener la cabezada. ¡Dios nos libre de que nuestra adaptación de Drácula sea un muerto! En todo caso será un no muerto.