La bailarina percibe las fragmentos de vestuario mediante una experiencia performática, guiada por algo externo, otra "piel". El cuerpo se mueve a través de la conciencia de su propia piel, dentro del espacio de la "piel-creada", descubre sus límites y cae de nuevo a la propia piel humana.
El movimiento es causado por el potencial de la forma, material, superficie, peso y expansión del vestuario, desarrollando personajes diferentes y únicos.
Además, la performance crece gracias a su observación externa. El público percibe la "piel-creada" viva gracias al cuerpo de la bailarina, y esto aporta otra posibilidad de intercambio. La experiencia física y sensitiva no se limita a la bailarina, sino que se expande al público por medio de un sentimiento empático.
Mi piel. Tu piel.