Llegamos a casa y encendemos el televisor. Ya no nos llegan los botones del mando a distancia para tantas cadenas de televisión. ¡Pulsa! ¡Cambia! ¡Vaya cantidad de colorines! ¡Cambia otra vez! ¡Cuántas personas discutiendo a gritos! ¡Cuánta gente cantando mal! ¡Pulsa! ¡Cuántos aplausos a todas horas! ¿Por dónde se han metido todas estos bichos al televisor?
Pero todo esto a Toni La Sal no parece preocuparle en absoluto. El jefe le ha mandado instalar las señales de las nuevas emisoras de televisíón en su casa, así que todo va a complicarse cuando Toni La Sal descubra que las señales de tráfico que ha llevado no sirven para nada, que el TDT no es un insecticida y que los títeres que aparecen por allí no son insectos sino niños que pasan demasiadas horas delante del televisor.