Lost Dog no tiene dueño.
Es un perro que vaga entre los restos de un mundo sediento.
Llego a la metrópoli desde el arrabal cuando solo era un cachorro.
Desde que lo abandonaron no ha vuelto a ladrar.
Es una sombra en la noche que se aleja de las luces de los coches.
Espectáculo de títeres y objetos donde el telón sólo se levanta lo imprescindible, pues la mirada del espectador confluye con la del perro.
Una historia sin texto, donde los pies y las piernas de los actores son los sugerentes conductores de la puesta en escena.
Esta obra se presenta en una amplia chabola-caseta de perro donde el público se acomoda y también en aforos limitados en teatros.
El resultado es una obra donde el punto de vista es sorprendente para el público, con un juego cargado de emocionantes imágenes