Tres hombres en escena, que bailan, cantan, se mueven, desnudan, habitan… un hombre entre el público que crea un mundo sonoro lleno de canciones, sonidos y silencios que nos envuelven por los rincones de nuestras butacas… un espacio escénico en blanco y negro, salpicado por marrones de madera y rosas de la piel humana, desvelando reflejos que muestran y también distorsionan la realidad.
Danza de autor con música en directo donde se estudia a la persona y su representación/apreciación exterior, planteando muchas preguntas y ofreciendo abstractas respuestas.
Aquí se observa, cuestiona y abstrae la apariencia del ser para abrir otras puertas al diálogo y encuentro entre los cuerpos. Lo cotidiano se convierte en algo abstracto y se refleja la realidad desde una nueva perspectiva.