Si no fuera por que induce a la confusión, podríamos decir que lo que nos proponen el autor y el adaptador de este texto singular es una lección de sexo oral. Que nadie se asuste,en este montaje divertidísimo y lleno de ingenio no pasan de las palabras, pese a que las utilizan con un dominio y un conocimiento del idioma que harán que los espectadores se pongan verdes de envidia o rojos de vergüenza. En escena, un lingüista y una dobladora de películas pornográficas se intercambian unas cartas de lo más explícitas en las que repasan con gran conocimiento de causa todas las formas de referirse a los órganos sexuales, masculinos y femeninos, al acto del amor y a las diversas maneras en que se practica. Ricard Borràs ha hecho un trabajo más cerca de la reescritura que de la simple traducción