El coreógrafo intenta acercarse a la obra desde una perspectiva personal, profundizando en la vertiente psicológica de los personajes y desarrollando la figura de Mab, Reina de los Sueños, destino, muerte. Este personaje aparece como tema del famoso monólogo de Mercutio y en esta versión se trasforma en hacedor, bardo y narrador del drama. Ciñéndose a la trama, destaca la fuerza de las emociones combinando la dinámica de la partitura con la expresividad y pasión de los bailarines. Durante el ballet se suceden escenas de grupo espectaculares, combinadas con poéticos pasos a dos que nos recuerdan que el amor puede convertirse en una adicción. A través de la elegancia, la melancolía y la combatividad,
Montero nos cuenta esta tragedia de amor de una manera extremadamente vívida y sensual.