Un edificio con ocho plantas. Dos puertas por piso. Son muchas personas… Y muchas historias… ¿Y si yo tengo muy buen oído…? ¿Y buena vista…? ¿Si tengo mucho tiempo para ver y contar…?
No era mi intención espiarles. Era su casa, que estaba justo enfrente de mí. Y como yo sólo podía estar sentada frente a la ventana, observando, imaginando… Me dejé llevar por el olor de la piel de Manuela, por el sabor de los primeros besos, por el tacto de una mano en la oscuridad, la excitación de reinventar una pasión de sobra conocida.
Un edificio lleno de personas. Una mujer que observa y cuenta. Un viaje por los sentidos...