Todo comienza cuando Don Ron, el disparatado rey de los
batautos, se da cuenta de que el esperado 42 de Septubre es
al día siguiente. Su afán por no perder la tradición de
celebrar tan anhelado día con un gran desfile, le lleva a
anunciar rápidamente a todos sus súbditos que se les
encarga una misión: la preparación del desfile. Pero los
batautos están despistados en sus tareas y no es hasta que
Peluso toma la iniciativa de dirigir el desfile, que todos se
reúnen para contentar a su respetado rey. Mientras tanto,
Don Ron está empezando a delirar y a contagiarse de una
tristeza y melancolía que tiene mucho que ver con su
relación con el 42 de Septubre. Queda poco tiempo y los
Batautos necesitan una pista… entonces un descubrimiento
les abre las puertas, ¡ el público! los batautos piden ayuda a
los niños y niñas del público para hacer el desfile y devolver
la alegría a su rey.