Hace ya más de diez siglos las mujeres de Al-Andalus dejaron su legado por escrito, dando fe de su paso por el mundo. No todas, sólo algunas; las que encontraron, en una sociedad donde el poder era reservado para ellos, un campo abierto en la poesía. Una carta blanca para llevar una vida sin límites, para ser personajes influyentes, mujeres descaradas, malvadas y amantes, princesas y vividoras, damas bienhechoras o vengativas, en definitiva, libres para elegir su destino. Un destino y una libertad imposibles en otro lugar de ese tiempo ni de esa geografía.
Unos pocos fragmentos que se resistieron al paso del tiempo, al olvido y a la quema. En su mayoría dedicados a la sátira, a la alabanza de los monarcas y a una bellísima poesía de temática amorosa.