REGISTRO

ESPECTÁCULOS

Danza

SAIKURIKKU: los ciclos según Larumbe

Subgénero:
Danza moderna y contemporánea
Duración:
60 min
Fecha de Estreno:
23 octubre 2010
Compañía/Artista:
Larumbe Danza
Coreografía:
Juan de Torres Daniela Merlo
Dirección:
Juan de Torres Daniela Merlo
Intérpretes:
Verónica Garzón, Belén Guijarro, Irene Vázquez, Antonio Rius, Cristian López, Juan de Torres y Daniela Merlo
Escenografía:
Alejandro Andújar y Liza Bassi
Vestuario:
Liza Bassi y Lola Canales
Música:
Original: Mauricio Corretje / Otras: Brian Eno (versión Yoshida Brothers), Antonio Olías (Encuentros),
Iluminación:
Lia Alves
Formato:
Mediano
(ESPECTACULO DE SALA O CALLE)
“Saikurikku” es un vocablo japonés, cuyo significado es “Cíclico”. La obra plantea un universo circular, cíclico y ritual, inspirado en la estética y significado que sugiere el título, así como en el sucederse de las estaciones, del calor y del frío.
La coreografía está a cargo de los propios directores de la Compañía, Daniela Merlo y Juan de Torres, quienes, a través de una dirección que lleva al bailarín hacia lo más intuitivo y auténtico, buscan cerrar el círculo conectando lo más ancestral con el presente más urbano.
Los ciclos se suceden con la idea de volver. La obra se divide en cuatro bloques, correspondientes a las cuatro estaciones. Para esta parte se invita a que participen los alumnos de los Talleres de Danza/Teatro del Municipio de acogida.

La Primavera es una breve ráfaga de introducción al espectáculo, interpretada por figurantes, estudiantes de danza y/o teatro, seleccionados en cada lugar de representación por medio de un taller previo.
El Verano, interpretado por los bailarines de la compañía, es una visión personal y abstracta de la magia de los veranos urbanos, de ambiente sensual, plácido y ritual en alternancia con fuertes subidas de intensidad energética y una interacción muy directa con escenografía e iluminación.
El Otoño, interpretado por los directores de la compañía, es un juego musical y espacial de tintes cómicos/absurdos, explotando y asumiendo el paralelismo entre la condición madura de los intérpretes y la estación que representan.
El Invierno está planteado como una travesura del tiempo, quien mantiene a su merced a bailarines y movimientos según sus cambios de humor. Unas castañuelas y un par de ventiladores son los desencadenantes de las ráfagas de frío. El multimedia en interacción con la escenografía envuelve a una coreografía que, de jocoso/humorística, se torna ritual y por fin salvaje.

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