Andrés Ermitaño es un reconocido detractor de la copla. Como estudioso de la intervención del franquismo en los gustos populares, lleva tiempo sosteniendo que tanto la copla como sus aledaños –el folklore, la canción española, el andalucismo, incluso la revista y la zarzuela- son manifestaciones pseudoartísticas cuya principal virtud –su defecto más característico- es ofrecer un mundo de ilusiones y una embriaguez emocional a un pueblo al que contamina de visceralidad y exaltación pasional, impidiéndole establecer una relación crítica con una sociedad castrada de libertades.