Macbeth es el extremo: amor extremado, ambición extremada, miedo y violencia extremados. Nosotros hemos condensado todas esas emociones extremas en un espacio extremo: una cárcel de hombres, un mundo de conspiraciones y luchas de poder, de traiciones y filias desmedidas. Un lugar de asesinos para una obra sobre asesinos. Un espacio que se transforma según la pirámide jerárquica se va modificando, que recluye y libera, que genera emboscadas y lugares para las pasiones más retorcidas. La cárcel es la corona de Macbeth, que se ciñe sobre sus sienes, aplastando el cráneo.
Nuestra propuesta es vertiginosa y violenta, como el propio Macbeth: ocho actores multiplicados por veintidós personajes componen el castillo-cárcel de Macbeth y Lady Macbeth, encarnada aquí por un hombre (como el día de su estreno en el Londres isabelino) pero que en esta ocasión no se traviste: Lady Macbeth ES un hombre, es el amante de Macbeth, su relación es pasional, enfermiza y claustrofóbica.
Todos los personajes de Macbeth viven en la cárcel, todos son, en mayor o menor grado, culpables de algo. Ya no hay buenos y malos, sólo hay castas de poder que te permiten sobrevivir. Los enemigos de Macbeth son ladrones, asesinos, violadores, de igual o peor calaña que el propio Macbeth: ¿quién puede condenar el crimen?