* Cada acontecimiento escénico es irrepetible, asumimos nuestro presente, nuestra determinación más irreversible, en la cual la mente ocupa su justo lugar junto al cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo espiritual.
* Entendemos el espacio escénico como un lugar sacro, un templo en el que ofrendamos nuestros procesos, nuestro dolor y nuestro goce.
* Nuestro código y estructura escénica provienen de experiencias vinculadas al rito del Temazcal, eje ritual del conocimiento indígena mexicano. Trasladamos el protocolo ritual a la cotidianeidad de dos individuos, en la cual las acciones habituales (poner la mesa, cambiarse de ropa, escuchar la radio, etc.) se ven atravesadas por líneas de fuga, sin retorno.
* El espectador no puede situarse al margen de la experiencia, recibe la mordedura en el corazón y el desafío de la catarsis.
* Pretendemos que la multidisciplinariedad de lenguajes artísticos (fotografía, música, performance, videoarte) se de en el presente más inmediato; conjunción en el aquí y ahora de distintas artes, en pos de la integración escénica.
* Esta vivencia recibe influencias del teatro sagrado (Kabuki, Khatakali…), de la cruel cosmogonía de Antonin Artaud, de la humildad de Grotowsky, y del sentido ritual de Eugenio Barba.