La aparición de las ferias de ganado durante la Edad Media permitió una mayor concentración de público en los pueblos y aldeas. Los artistas, que hasta entonces deambulaban en solitario para mostrar sus dotes artísticas (interpretativas, musicales, malabarísticas...) van llegando de todos los lugares, se unen en grupos formando las “trouppes” y parten hacia otros territorios. Esta unión les sirve para compartir sus conocimientos y sus culturas, aportándose mutuamente sus experiencias.
Los corazones que habitan en EL CARROMÁGIKO no tienen fronteras y su morada está allí donde ponen los pies. En su recorrido inundan las calles de alegría en un ambiente eufórico y festivo. Se detienen en cualquier plaza para escenificar relatos que el camino les enseñó, aprendidas de la tradición oral de otras tierras y recreados con música y bailes cuyas coreografías tienen su origen también en distintas tradiciones. En ellos se desmitifican a los príncipes y a las princesas. No adoran a reyes y nunca permitirán que les silencien los cañones. Nos traen el mestizaje de sus procedencias y de los territorios encontrados para enriquecer un espectáculo que, sobre todo, pretende estar vivo y mantenerse fresco en cada una de las representaciones . Se afanan en encontrar un nuevo público cada día. Hoy están aquí. Han llegado... ¡los juglares