Pens-Art

Mientras el espíritu del músico posee al intérprete que lo resucita en directo, ante los ojos atónitos del espectador, el del poeta se encarna en el actor que le da voz. En este caso, en la actriz. Porque la voz femenina, con sus inflexiones y trinos, se ajusta perfectamente a la palabra de Darío.

RUBENRIC no es un espectáculo que busque de manera superficial la coincidencia entre dos códigos artísticos, sino que nace del convencimiento de un idéntico proceso creativo en dos de las sensibilidades artísticas más importantes de aquellos años. Lo verdaderamente relevante es que ambos, Rubén y Enric, son poetas, sienten el arrebato poético en el arranque de su creación y lo someten al cauce de unos esquemas compositivos similares. Solo la erudición crítica ha hecho que los filólogos se apropiaran de Darío y los musicólogos de Granados. Para el alma sensible, sin embargo, Rubén y Enric, son esencialmente dos enormes creadores de emociones.

Al final, habremos asistido a un espectáculo que recoge lo esencial de la obra de Granados (algunas Danzas españolas, Valses poéticos, Escenas poéticas, Goyescas y su Libro de Horas) y algunos de los poemas y cuentos más representativos de Rubén Darío. Pero en una disposición inédita, en un diálogo nunca oído hasta nuestros días, cien años después de su muerte. El verdadero homenaje en sus respectivos centenarios no puede ser la mecánica repetición de clichés, sino el primer paso de un camino que una para siempre sus almas con nuestro tiempo.